Cuentos de amor, la artesana y el maniquí


Portada de "La artesana y el maniquí", un cuento corto con romance y una reflexión al final.

Estaba cansada, muy cansada, no podía encontrar la satisfacción. Me sentía vacia, pero no debía, ¡No! no podía mostrar a nadie como me sentía. No sentía felicidad por ninguna noticia, ni tristeza por ninguna tragedia, estaba totalmente vacía, nunca amé a nadie y lo intenté, pero nunca sentí nada.

Un día, renuncié a buscar emoción en mi vida, no tenia sentido continuar buscando algo que posiblemente nunca llegaría a tener. El tiempo pasó y centré mis energías en mi trabajo, día tras día, arreglando mecanismos, creando muebles y juguetes.

Hasta que un día vi a un niño sonreír, cuando le di una muñeca que su padre le había regalado, esa sonrisa me dio una idea, al principio surgió como una idea absurda, pero que la curiosidad la hizo crecer hasta que no pude resistirme a hacerlo.

Esa misma noche me quedé en el taller y empecé a trabajar, escogí los materiales de mejor calidad que tenia, me daba lo mismo el dinero que perdería, ya que no salia, no bebía ni nada. No pude terminarlo en la noche, así que durante varios días, trabajaba en el taller durante el día y por la noche seguía con mi proyecto.

Luego de una semana lo terminé, un maniquí, un muñeco a tamaño natural totalmente articulado, cada parte tallada en madera de pino blanco, dándole una tez blanquecina, casi humana, las articulaciones estaban unidas con piezas de latón. Me sentí una tonta al ver el tiempo que había perdido trabajando en un muñeco, en ese momento pensé en tirarlo, pero al cogerlo para agarrarlo, sentí que rodearlo con mis brazos se sentía confortable. Los abrazos siempre me habían hecho sentir extraña e incomoda, quizás fuera por el cansancio, quizás fue porque era mi propia creación, o quizás, no podía confiar en otra persona y el muñeco fuera un sustituto, lo cierto es que sentí tranquilidad al abrazar a esa pieza de madera, por lo que decidí quedármelo.

Lo dejé en el taller, atraía a curiosos que lo veían por la ventana, y servia como una muestra de mi buen trabajo, y por las noches, estaba con el, a mi lado, un día cuando estaba muy cansada decidí sentarme en sus rodillas, tenia curiosidad por saber que se sentía, y aunque me da vergüenza admitirlo se sentina bien, como si fuera una niña mimada por su padre. En ese momento me di cuenta que no tenia ningún nombré y decidí llamarlo Adam, el nombre le quedaba bien, y le acaricié su mejilla, pero al darme cuenta de cuan rara se había vuelto la situación, me levanté.

Los días pasaron y mi extraña relación con Adam continuó, me preguntaba si lo que sentía era afecto por una posesión o quizás algo mas. Además, empecé a notar cosas extrañas, como pequeños movimientos de mi estimado maniquí, entonces decidí tomarme un pequeño descanso del trabajo.

No pasó mucho tiempo hasta que me llevé a Adam a la cama, y he de decir con total sinceridad, que se sintió bien abrazarlo, antes de dormir, aunque eso provocó unos extraños sueños que no voy a narrarte.

Al despertar lo supe, lo que sentía no era el orgullo de una artesana hacia su mejor obra, si no el amor del que tanto había oído hablar y nunca había sentido. No sabia que hacer. ¿Que se suponía que haría alguien en esa situación?

Cuando mi corazón iba a explotar, algo lo calmo, la mano de Adam, que había tomado mientras dormía, sentí como me apretaba, no podía ser, pero así lo sentí, como si mi amado me diera su apoyo.

Y me decidí, ya encontré lo que buscaba en este lugar, no me importa nada mas, así que te dejo a cargo el taller, así como mi casa. Yo iré con mi amado a recorrer el mundo, se que la gente me mirará mal, pero... ¿A quien le importa lo que piensen esos estúpidos? Oí hace muchos años un dilema, que ahora que escribo esta carta, le encuentro una respuesta obvia: "La felicidad va ligada a la locura, y la cordura a la depresión. ¿Cual eliges tu?"

Mentiría si dijera que fui feliz con mi vida junto a vosotros, y tampoco espero que comprendáis el motivo, solo espero que si algo me sucediera, hicierais lo posible por recuperar a mi querido Adam.



Atentamente Lucy

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