Mi Amada Sombra | Parte 1



Es difícil creer que ahora, estando mas allá del final de mi vida, me ponga a recordar como empezó todo, si fuera reciente, diría que es el momento en el que la vida pasa por delante de mis ojos, pero ya superé esa fase, supongo que lo que siento ahora, es como cuando paras de correr luego de una carrera y te giras para ver todo el camino que has recorrido.

No hay un momento exacto, ni acontecimiento, que pueda usar para iniciar esta historia, nuestra historia, pero si dedicara tiempo a pensarlo, supongo que seria hacia los 5 o 6 años, justo al empezar la primaria. En aquella época aun era inocente e ingenua, en todos los sentidos, por lo que al ser molestada por los niños y otras niñas, no me lo tomaba de forma depresiva, puede que llorara muchas veces y me sintiera muy sola, pero supuse que era lo normal e intenté acostumbrarme a ese sentimiento de rechazo, un pequeño adelanto y consejo que os doy desde mi "yo" actual, eso nunca funciona, es una mala idea que es perjudicial a largo plazo, las personas que son crueles con alguien simplemente por ser algo diferente o no encajar, no van a dejar de serlo si no se les provoca, eso es una mentira que se cuenta para que los acosados estén mansos en lugar de revelarse, si se intenta ignorar, lo único que sucede es mas dolor y sufrimiento.

Además de los problemas que tenia para relacionarme con otras niñas y niños de mi edad, realmente era incapacidad, en mi casa había bastantes problemas, por suerte solo me afectaron de forma emocional y psicológica, aunque me causaron muchas pesadillas dado que no podía estar tranquila ni en mi propia casa, a demás de no tener ninguna amiga intima con la que desahogarme.

Una noche sin embargo soñé algo diferente, un sueño cálido, alguien me abrazaba y decía dulces palabras, aunque yo en aquel momento no lograba entenderlas, pero sentía la calidez del cariño, no lograba ver el rostro de quien me abrazaba, pero me daba igual, me transmitía cariño y paz interior, no como las frías y falsas muestras de cariño que recibía en mi casa, supongo que mis padres intentaban actuar como seres humanos decentes dándome de vez en cuando cariño, pero por mucho que le des golosinas a un perro que has golpeado, el te seguirá gruñendo.

Llegados a este punto, he contado el asco que era mi vida a los 6 años, pero aun no me he presentado a mi misma y eso es de ser muy mal educada, pero siempre me han recriminado eso a lo largo de los años, así que ahora al final de mi vida tampoco es que pueda hacer mucho para cambiar mi forma de ser, pero si, debería presentarme como es debido. Mi nombre es Laika, si, lo se, es nombre de perro, otra buena decisión de mis padres, aunque luego logré que me llamaran Lana y así es como me llamo a mi misma. Me he dado cuenta de que estoy comunicando mis pensamientos a alguien, no se como estas recibiendo esta información, o que eres tu, si un ángel, un demonio, dios o una sombra, realmente  me da igual quien seas, solo te pido que no te burles de mi historia.

Bueno, volviendo a donde lo dejé, el sueño del abrazo se repitió, al principio de forma ocasional, y luego de forma progresiva incremento su frecuencia hasta repetirse todas las noches, ocupando el lugar que antes ocupaban mis pesadillas. Entre tanto, cumplí los 7 años y  de eso si me acuerdo bien, porque fue la última fiesta de cumpleaños que mis padres me hicieron, no acudió ningún invitado, solo estábamos mis padres, un mago cutre y yo. Fue tan patético que hasta mi yo de aquel entonces que estaba acostumbrada a ser objeto de burlas y bromas pesadas no pudo soportarlo y hizo que me encerrara en el baño de la primera planta para llorar tranquila.

Me mantuve encerrada durante horas y mis padres se cansaron de intentar sacarme de ahí y me dejaron, lo dije antes no es que se merecieran el premio a padres del año. Entre mis sollozos llego un momento en el que oí algo, un susurro.

-Shhhh... Pequeña... -solo pude entender eso, estaba llorando desconsolada, lo que si que pude notar es que esa voz no era como la de otras personas, no parecía una voz humana, por lo que me asuste bastante, mas aun estando sola y nadie podía venir a ayudarme aunque gritara.

Así que decidí responder a esa extraña y aterrorizante voz.

-¿Q-quien ha di-dicho eso? -La verdad estaba tan asustada que mis palabras se entrecortaban.

-Ah!... -La voz espectral parecía esperar que no la oyera.

Mi pregunta no tuvo respuesta, pero mi llanto y mis lagrimas se habían detenido a causa de lo sucedido, además ese día perdí mi ingenuidad con las personas, me di cuenta que a nadie le importaba, que se metían conmigo no por ser mis amigos si no para disfrutar de mi dolor.

Esa misma noche, luego de irme a dormir, en mis sueños, luego de darme el abrazo habitual, esa misteriosa persona se separó y pude ver su figura, se trataba de una hermosa chica mayor que yo, mayor en aquel entonces, aparentaba unos 20 años, tenia un bello y cabello negro el cual le llegaba hasta la cintura, y sus ojos eran de un verde con matices amarillentos, al verme ella sonrió con dulzura.

-Hola -Tras eso no dijo nada mas y yo seguía embobada mirándola, así que ella me volvió a abrazar.

Hasta ese momento siempre había pensado que el abrazo en los sueños era de parte de mi madre, aunque realmente pensar eso no era para nada realista.

Los meses transcurrieron y aunque tenia cariño nocturno y apoyo emocional por las noches, mi sufrimiento en el colegio aumento, todo por culpa de la miopía y de que mis padres fueran unos racanos, que en lugar de comprarme gafas normales y corrientes, eligieron las mas baratas, las de culo de vaso. Sufrí el acoso de mis compañeros, aun mas que antes incluso a mitad de las clases, porque las maestras encontraban mas fácil apartar la vista que intervenir y decirles a los padres que habían criado monstruos crueles e insensibles.

Pero a partir de eso, aconsejaron que me llevaran al psicólogo, para tratar mis ataques de ansiedad, pagando el colegio las primeras sesiones, aunque negaran que sufriera acoso por las negligentes de mis maestreas, admitieron que parte de mi ansiedad fue provocada por la escuela, mis padres aceptaron ya que era gratis y se libraban de mi los viernes por la tarde.

En las sesiones el psicólogo apuntaba muchas cosas, era un hombre que aun entraba en la categoría de joven mirándolo de forma objetiva, puede que apuntara tanto porque me quedaba quieta en silencio mirando su bigote, que era grande y rizado. En la tercera sesión, me empezó a enseñar trucos para manejar la ansiedad y la mayoría pasaban por la meditación, bueno realmente una versión simplificada de esta.

Esa misma noche luego de entender todos los pasos, lo intenté antes de irme a dormir, aunque por las noches era el momento menos estresante del día. Al hacerlo no sentí nada, simplemente cerré los ojos y sentí una brisa que removió mi pelo.

(Continuará...)

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