Mi Amada Sombra | Parte 2


 dos siluetas femeninas dandose la espalda


Esa noche fue tranquila, me dormí mientras intentaba meditar sin siquiera darme cuenta siquiera, lo que si fue diferente fue que pude ver con mayor claridad aún a mi consuelo nocturno, quien me sonrió con su maternal sonrisa y me trato con aun mas dulzura que la habitual, haciendo que descansara más de lo normal y que la mañana siguiente me levantara más feliz y enérgica que de costumbre.

Las siguientes noches probé a repetir la meditación y me di cuenta que cuanto mas profundo meditaba antes de dormir, mas nítida era mi visión de ese mundo onírico y mas control tenía en el. Tarde meses en poder hablar en ese estado de sueño consciente, pero un día lo logré.

-Hola... -Dije con un tono tímido, no sabía como podría reaccionar esa hermosa chica la cual me había estado abrazando y mimando en mis sueños los últimos años de mi vida.

Pero ella no se alejó, noté como se sorprendía pero en su lugar me sonrió tiernamente, abriendo sus carnosos y rosados labios.

-Hola Lana -cerró los ojos, como intentando sonreír más y prosiguió.- Se que te has esforzado para hablar conmigo, mi niña.

Me empezó a acariciar la cabeza de una forma suave, a modo de recompensa, me hubiera quejado de que me acariciara como a un perro, si no fuera porque en realidad me gustaba como lo hacia ella, y si la hubiera detenido entonces, no se hubiera vuelto una costumbre.

-G-gracias... -Me puse aún mas tímida que antes, por la vergüenza que tenía en ese momento, mientras me perdía mirando esos ojos color esmeralda con matices de oro.

Ella me miro con ternura y tomo mi mano izquierda con sus dos manos blancas, que me fijé que tenía sus uñas, ligeramente largas, pintadas de un morado oscuro.

-Aún no me he presentado, llámame Nicte. -Se quedó mirándome, esperando una respuesta, con su sonrisa angelical, y las dos descubrimos algo esa noche, una se puede desmayar por un ataque de nervios dentro de un estado onírico.

La mañana siguiente me desperté cansada y avergonzada, en lugar de agradecerle por todo el cariño y apoyo que me había dado hasta ese momento, simplemente me puse nerviosa al interaccionar más con ella, llegando al punto de desmayarme, a día de hoy habiendo pasado todo lo que pasamos juntas, sigo muriéndome de vergüenza al recordar esa penosa reacción que tuve.

Me pasé todo ese día deprimida, porque no sabía lo que Nicte, pensaría de mi; y esa duda y esos pensamientos hacían que mi corazón me doliera, mas que las burlas de las otras chicas de mi clase o que el desprecio que me demostraban el resto, en ese momento solo me importaba lo que ella pensara de mi.

Esa misma noche estaba tan deprimida y asustada por su posible respuesta que ni intenté meditar, pero para en aquel entonces mi sorpresa, esa noche volví a estar en control de mi cuerpo y Nicte seguía ahí abrazandome.

-Hola pequeña. -Ella me sonrió dulcemente, como siempre hacía.

-Lo siento... -Me apegué mas a ella, para que no me viera mi rostro de vergüenza.- Ayer estaba demasiado nerviosa.

Sentí como posó su mano sobre mi frente para quitarme mi flequillo de delante de los ojos.

-No te preocupes, la verdad yo también me puse algo nerviosa. -Nicte soltó una risilla, similar al sonido de un colibrí.- La verdad no me esperaba que me hablaras de la nada, sabía que lo estabas intentando pero mi corazón no estaba listo para hablar contigo, así que te comprendo.

Me sentí aliviada al saber que ella no pensaba mal de mi por esa reacción exagerada que tuve, y sobre todo al saber que ella también estaba nerviosa y que no era tanto una mujer perfecta sin emociones si no que también tenia sus inseguridades, esa idea me hizo sentir mas cercana a ella.

(Continuará)

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