Cuanto más miraba sus ojos lima, más nerviosa me sentía, estaba hablando con Nicte, conmigo abrazándola y con ella posando su mano en mi cabeza, aún era muy pequeña para entender lo que eran esos sentimientos tan confusos, una parte de mi la veía como la madre que nunca me había amado, también era mi única amiga, la única que no me insultaba y ese sentimiento de no querer alejarme nunca de ella, un sentimiento que tardé años en poder ponerle nombre.
-N-Ni-Nicte... -Aun habiendo aclarado que no le había causado la noche anterior una mala impresión, aún me sentía intimidada por su belleza.
-Owww -Nicte me abrazo, en lugar de solamente acariciarme la cabeza, a abrazarme como si fuera un peluche, al inclinarse y tener mi cabeza sobre su hombro, pude oler su cabello por primera vez, notando el aroma de un claro en el que ha llovido, donde la tierra y la madera desprenden su olor, mezclándose en la combinación mas dulce que puede percibir nuestro mundano olfato, haciendo que yo me aferrará mas a ella, para seguir oliéndola.
Viéndolo con perspectiva si lo hubiera hecho siendo algo mayor, me hubiera llamado pervertida, y si me preguntas porque lo se, te diré que más recientemente, ha sucedido, el yo lanzarme sobre su suave y voluptuoso cuerpo y olerla, ella acusándome de pervertida, y por nada del mundo, excepto quizás un beso de sus labios, le daría la razón, aunque tampoco me atrevería a rebatirle sobre el tema.
-Es la primera vez que mi pequeña Lana me ha llamado por mi nombre... -Nicte lucía exageradamente feliz para un acto tan simple como llamarla por su nombre, en ese momento no intenté razonar el porque, ya que estaba contenta de poder hacerla sonreír.- ¡Es que eres demasiado dulce!
-¿P-porque m-me-me cuidas tanto? -Luego de formular la pregunta me arrepentí, porque en algún lugar de mi corazón, aún tenía dudas de que Nicte tuviera motivos ocultos para tratarme así, sobre todo al haber tardado años en decirme su nombre y actuar tan cercana a mi sin haber mantenido una conversación.
-Es simple, quiero cuidarte porque me importas. -Nicte me miró directamente a los ojos, cambiando su mirada calmada por una algo más seria, que me transmitió la seriedad con la que decía eso, sin rastro de duda, matando cualquier duda que hubiera en mi corazón y alimentando la devoción que ya sentía por ella. -Quiero que seas feliz, no porque te hayas acostumbrado al dolor, si no porque no sientas ninguno.
-... ¡Gracias! -Mis ojos se humedecieron como un arrozal en la estación de los monzones, y en parte para ocultar eso y en parte porque quería estar más cerca de ella, hundí mi cara en su pecho y la abrace con más fuerza, toda la que podía hacer una niña de casi 8 años. -¡Q-Quédate conmigo por favor!
Sinceramente, creo que si Nicte hubiera intentado seducirme durante la adolescencia, lo hubiera logrado solamente repitiendo esas frases, que me marcaron, puede que mi camino no hubiera terminado si no las hubiera escuchado, pero nunca me arrepentí, ni me arrepentiré de haber recibido el afecto de Nicte.
Nicte sonrió, pero no me respondió, simplemente siguió con el abrazo, dejando pasar los minutos, y para mi se sentía como si estuviera purificando mi alma de todos los horrores del día a día. No se cuanto tiempo pasó, supongo que horas, pero Nicte rompió el silencio besando mi frente.
-Lana, pronto te tendrás que ir, aunque es sábado y... -Su tono cambió y por un momento esa aura de hermana mayor, que me transmitía se tambaleó dejando ver que en realidad ella también estaba bastante nerviosa al hablar conmigo. -Si no te molesta, quizás podríamos hablar mientras haces la tarea... No haría falta que hablaras, no quiero meterte en problemas con tus padres, con solo vocalizarlo mentalmente te oiría... -Cada vez Nicte se mostraba mas nerviosa, tanto que juraría que empezó a sudar, incluso para mi yo de aquella época que pudo notar que no tenía experiencia socializando. -Se que hemos tenido tiempo hoy, pero me da un poco de vergüenza cuando veo tu tierno rostro.
En ese momento me sonrojé un poco porque era la primera vez que alguien me llamaba linda o que simplemente alagaba mi aspecto y era aún mas valioso cuando quien lo hacia era una mujer más mayor que yo, que perfectamente podría aparecer como modelo en una revista de moda, claro sin los problemas de peso que tienen estas.
-¡S-Si! Por... -Antes de que pudiera terminar la frase me desperté de golpe, por culpa de un rayo de sol que se filtró por la persiana hasta golpear mi ojo, molestándome hasta el punto de hacerme salir de mi Valhalla personal. Así que me levanté de la cama de un salto, estaba totalmente despierta al fin y al cabo y cerré las cortinas, mientras maldecía ese trozo de plástico barato.
Seguí con mi rutina habitual para los sábados con la mañana, es decir, prepárame el desayuno, comerlo, limpiar el bol y cubiertos, sin despertar a mis padres, para luego hacer los deberes y ahí tenia la esperanza de poder hablar con Nicte al no estar tan intimidada por su presencia.
El desayuno que me preparaba no era nada extraordinario, aunque mis padres fueran unos irresponsables en cuanto a como tratarme, eran lo suficientemente estrictos con el tema de no dejar que una niña de 7 años cocinara con fuego por si misma, por lo que lo tenía mas que prohibido; por eso mi desayuno era simplemente cereales con leche, que pese a terminar aburriendo la monotonía de estos era mejor que la alternativa de dejar que mi estomago rugiera y doliera hasta la hora de comer.
Luego de tomarlo, limpie el bol y la cuchara con el mayor de los cuidados para no hacer ningún ruido. Al terminar subí las escaleras con cuidado de no hacer chirriar las tablas de madera y volví a mi habitación, donde pude exhalar de alivió por haber llegado sin hacer ningún ruido y me senté en mi escritorio para empezar a hacer la tarea.
Mientras avanzaba con esta pensaba en ser alagada por Nicte, y aunque mi yo actual de echo preferiría simplemente hablar con ella, no puedo culparme porque en aquel entonces quería su aprobación y cariño sobre todas las cosas, de una forma que pensándolo con frialdad es escalofriante, ella era mi figura materna y a la vez ese primer amor antes de entender el concepto de enamorarse.
-Hoy si te estas esforzando. -Pude oír la voz de Nicte como si estuviera justo a mi espalda, y por reflejo me giré. -Puedes oírme, pero no verme Lana. -Aún sin poder verla pude decir que sonrió un poco por el sonido de su característica risilla.
«No te burles porfa, que ha sido un reflejo» Articule mis palabras pensando, mientras volvía a mi posición intentando mantener un poco de dignidad.
-Lo comprendo, y no quería molestarte, pero es que ha sido una reacción muy linda.
Me sonrojé un poco pero seguí haciendo la tarea, tenía que ocultar mi vergüenza. Pasó media hora y Nicte solo intervenía para o bien felicitarme por solucionar un ejercicio difícil, o bien para corregir alguna errata ocasional, pero finalmente terminé.
-Enhorabuena Lana, lo has hecho muy bien, como la buena niña que eres. -Noté como la mano de Nicte se colocaba sobre mi cabeza, como ya había hecho cada vez que me quería felicitar o recompensar por algo, no me hacía falta poder ver la mano para notar que esos dedos delgados pero firmes eran los de mi compañera de sueños.