Mi Amada Sombra | Parte 4



Pasaron las semanas y luego los meses y mis notas mejoraron ya que cada vez que tenía oportunidad me ponía a estudiar, no para subir nota ni nada parecido, aunque sentaba bien no ser regañada e insultada por las profesoras por no terminar de entender algo bien, si no para recibir los halagos de Nicte, eso junto a que pasábamos mucho tiempo solas con la tarea, ella marcándome donde había cometido errores, pero sin chivarme nada, hizo que me sintiera mas y mas cómoda con ella, ya no me ponía tan nerviosa con ella, ni tartamudeaba, a menos que ella me abrazara o acariciara la cabeza.

Volvió a llegar la fecha de mi cumpleaños, pero esta vez no habría fiesta ni nada, mis padres iban a irse a un viaje ellos solos y dejándome a mi sola, sin niñera ni nadie que se encargue de mi, eso si con la nevera y el congelador lleno, dándome instrucciones de que comer, todo para ser calentado con microondas, ya que pese a dejarme sola, no creían que fuera lo suficientemente cuidadosa como para usar el horno o la encimera de gas. Aunque fingía tristeza por quedarme sola durante semana y media a partir del momento en que lo supe, pero no podía estar más contenta por dentro, por contra Nicte parecía más preocupada por mi autentica reacción de alegrarme de estar sola y que me dejen en paz, en comparación al año pasado que estaba realmente triste porque nadie viniera, y cada vez que ella me preguntaba intentaba esquivar el tema, porque seguía dándome vergüenza responderle.

A falta de dos días para mi cumpleaños, Nicte me dejó sorprendida, al no abrazarme tan solo verme, ni acariciarme la cabeza, solamente estaba mirándome con sus profundos ojos verdes, hasta que me interpeló:

-Dime que sucede, llevas días extraña y cada vez que te pregunto esquivas la pregunta o cambias de tema. -Su mirada había pasado de la calma de un bosque a ser los ojos de un depredador observando su presa, haciéndome notar aún más de lo habitual nuestra diferencia de estatura.

En ese momento me sentí intimidada, no de la forma en la que solía estarlo, como por mis padres o compañeros de clase, su aura era diferente, aún a día de hoy me ruborizo al recordarla, el miedo y la anticipación de ser devorada por alguien más fuerte ¿Es eso lo que sienten los conejos al ser atrapados por un lobo? Me puse tan nerviosa, que volví a tartamudear al responderle.

-P-prometes n-no enfadarte co-conmigo?

-Lo prometo, y si lograras molestarme, sería durante solo un momento, peque, así que dime. -Me sonrió y puso su mano en mi barbilla, para que levantara la vista y la mirara directamente a los ojos, eso hizo que me calmara, aunque el corazón aún me iba a cien por hora.

-¡Estoy feliz, por pasar mi cumpleaños sola contigo! -Las palabras salieron desde el fondo de mi corazón en forma de grito, habían sido contenidas demasiado tiempo y ahora como si fuera una presa rompiéndose, toda la euforia y anticipación salió.

Nicte sin embargo se veía confundida, ya que por lo visto eso no era lo que ella se esperaba, pocas veces la había logrado sorprender tanto como en ese momento y luego de unos segundos en silencio pude notar como su pálido rostro se sonrojó ligeramente, mientras intentaba mantener su aspecto de molesta.

-¿Eso es todo? Que sepas que me has estado preocupando durante casi una semana por eso.

En lugar de responder con palabras, con un simple lo siento, hice algo que aprendí que a ella también la calmaba, abrazarla. Al principio pensé que me abrazaba por compasión, pena o como premio cuando me esforzaba, pero me di cuenta que ella estaba mas sola que yo, así que quizás para ella recibir un abrazo como disculpa posiblemente le complacería más que cualquier otra disculpa con palabras, y estaba en lo cierto.

Nicte me acarició la cabeza como señal de que ya era suficiente y me separé de ella para que pudiéramos sentar en los sillones que ella había hecho aparecer para nosotras.

-Bueno tu has sido la que ha estado más tiempo en que hacer durante este tiempo, así que ¿Qué quieres hacer durante el fin de semana de tu cumple?

-La verdad, solo había pensado que podría hablar contigo en voz alta sin preocuparme de que me miraran mal, nada mas... -Me sentí un poco estúpida en ese momento al darme cuenta de que me había emocionado tanto que había olvidado pensar en nada más, pero tampoco es que al ser tan pequeña no es como si pudiera hacer ninguna locura, aún.

Aunque yo me sentía algo avergonzada al darme cuenta Nicte simplemente sonrió, no se burló pero estaba claro que le hacía gracia.

-Tranquila, con poder hablar contigo estando cómoda es suficiente para mi, a demás será el cumpleaños de la primera vez que me lograste oír, así que también tengo ganas.

Con esas palabras me tranquilizó y hizo que me sintiera más contenta y con más ganas del fin de semana, no por nada si no por poder estar tranquila con ella. Y no pasó nada especial, ni siquiera me acuerdo si vimos alguna película o comimos algún dulce, solamente recuerdo haber estado feliz y que a partir de aquel fin de semana, buscaba aún más la soledad para estar con ella.

Admito que con el pasar de los años, me fui volviendo en una Edgelady, en parte por el trato que recibía por mi familia y compañeros de clase, y sobre todo para estar sola con Nicte, posiblemente mis momentos más edgy estuvieron durante la adolescencia, cuando tenía unos quince o dieciséis años, por aquella época también pasaron algunos eventos que me dirigieron hacia mi final, pero de los que no me arrepiento ni aún ahora.

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