Los ojos deslumbrantes de las jóvenes hermanas demonio, Ure y Dare, brillaban al observar el cielo nocturno del gran desierto de Infernus.
A veces las dos llegaban a bajar el ritmo de su respiración por volar, cuando decidían trasladarse sin su maestro, ya que no podrían recuperar sus energías hasta volver a su lado, aun con eso ellas debían seguir adelante, sin dejar que el se enterara de nada, no querían desvelar su pasado y hacer que el cometiera alguna temeridad por su bien, no podían perder otra vez a su familia.
En esa desolación, las dos gemelos se estrellaron contra las tierras infestadas, en ese momento Ure lamento que no acataran la promesa que hicieron a su amor, porque lo que se encontraron con una gran demonio musculosa, con grandes colmillos negro azabache que parecía querer devorarlas cuando se encontraban débiles en el suelo. Pero Ure se sintió culpable de ese pensamiento cuando vio que esta al notar que seguían vivas las quiso ayudar.
Luego de que se limpiaran el polvo y cerraran las heridas abiertas en el cuerpo de Ure, porque Dare no recibió ningún daño a causa de su defensa absoluta, la demonio se presentó como Izabel, una demonio Oni, siendo esos grandes colmillos la manifestación de sus cuernos. Esta ofreció a las hermanas ir a su hogar para poder hablar con mas tranquilidad, los infernales de las tierras infestadas podían ser problemáticos si las rodeaban, así que estas aceptaron.
Izabel oyó ya en su hogar la historia de como dos sucubos se habían vuelto familiares de un vampiro progenitor y como ellas estaban haciendo buscando un objeto a espaldas de su maestro, para no tener que revelarle su pasado.
- ¿Tan malo sería si descubriera vuestros orígenes? Digo, si os aceptó sin saber nada de vosotras seguramente no os rechazaría ahora. -Izabel cuestionaba con lógica sus decisiones.
- El problema es que el nos aceptaría, pero conociéndolo... Cazaría a los asesinos de nuestra familia y aun no estoy segura de que su sed de sangre se apague aunque lo lograra. -Dijo una Ure preocupada y aún teniendo recuerdos de cuando Dreik se volvió un berserker cuando ella casi murió.- Casi se perdió a si mismo una vez por mi culpa, no quiero que eso vuelva a pasar...
-Mmmm... Lo entiendo, os ayudaré, soy la única rastreadora de esta área, bueno, en realidad soy la única habitante de esta área, si esos objetos siguen por el área, los podremos encontrar antes de que ese novio vuestro note vuestra ausencia. -Izabel rio orgullosa al decir que las ayudaría con su gran habilidad.
Ure se sonrojó al oír lo de que Dreik era su novio, no lo habían formalizado pero en su corazón ya lo trataba como tal, aunque sería lindo escucharlo de sus pálidos labios, mientras que Dare se enfadó al punto de amenazar Izabel con que ella no sería la amante de nadie y que ser una sucubo no la volvía una cualquiera, que tuviera que estar emparejada a ningún hombre.
La mañana siguiente las tres demonios marcharon al lugar de la búsqueda de las reliquias familiares de Ure y Dare. Sin embargo, la rebelde de Izabel quería conocer mas detalles sobre su vida en el Genkai, mientras Dare daba largas, al no querer admitir en voz alta que le gustaba vivir allí.
Izabel pudo haber pasado cuando una secuencia de brillos en el terreno le ofreció la localización de una de reliquias que buscaban las hermanas. Tras recoger la pequeña pieza de metal se las mostro a Ure y Dare, que se habían separado para realizar la búsqueda. Tras verlo estas se emocionaron tanto que empezaron a derramar lagrimas al ver que si que se trataba de uno de los objetos muy preciados para ellas, más que eso, un recordatorio de su familia, uno de los pendientes de su madre, una de las reliquias pasadas de madres a hijas dentro del linaje de los demonios lunares.
De repente el grupo fue atacado por una figura borrosa, no por su falta de forma si no por su velocidad inesperada, que en lugar de atacarlas a ellas intentó tomar el pendiente de la mano de Izabel, por suerte esta logró mantenerlo en su poder y tras asegurarlo, saco su arma, un gran garrote negro con púas y se lanzó al ataque de esa figura, que se vio obligada a bloquear.
La Oni, se estaba enfrentando a un caballero con una armadura gris, sin brillo alguno en las partes metálicas de estas, cuando logró divisar que este tenía un colgante y un pendiente con el mismo diseño del que acababa de encontrar.
- ¿Estás muy convencida de que esas demonios te van a agradecer tanto que pelees por ellas sin sospechar de tus intenciones? -Dijo el caballero que dejo ver que tiene miedo de perder en contra de las tres.
- ¡Cállate! Estas chicas solamente quieren recuperar lo que es suyo ¡Y yo las ayudaré en lo que pueda!
- Pero, si es así, ¿Por qué dejaron ellas que fueras tu quien me atacara? -le planteó el caballero gris con una sonrisa en sus ojos y una mirada directa en Izabel, fue una reflexión que le plantó dudas en el corazón.
Izabel dudó por un momento porque durante todo ese intercambio de golpes que había tenido con el caballero, Ure y Dare no habían intervenido, estaba demasiado centrada en detenerlo como para poder intentar buscarlas, así que no sabía si la habían abandonado, pero el caballero consiguió lo que quería, desestabilizar su ritmo para poder ensartarla con su espada, Izabel se arrepintió de haber confiado en unas desconocidas mientras aceptaba su final.
Un sonido seco sonó y Izabel pudo observar como la espada del caballero había sido detenida por una gruesa barrera mágica a escasos centímetros de su pecho, mientras que por detrás de este pudo ver como Dare se lanzaba contra el caballero empuñando dos grandes espadones, con los que atravesó su cuerpo por la espalda. Ure se acercaba al ya moribundo caballero en el suelo y le puso la mano en su boca, emitiendo desde sus dedos un potente gas venenoso, ahora que su amado no estaba cerca era de las pocas oportunidades que había tenido de acabar con un enemigo usando su verdadero elemento.
- Lo siento mucho Izabel. -Se disculpo Ure luego de terminar con el individuo.- Estabas en un combate cuerpo a cuerpo tan igualado que tenía miedo de intervenir con ningún ataque y dañarte a ti en el proceso, por lo que decidí centrarme en protegerte si ibas a ser golpeada de forma directa.
- Je, no pasa nada, la verdad durante un segundo ese tonto me hizo dudar con sus palabras de que me estuvierais cubriendo la espalda y por eso casi perdí.
Las tres se calmaron, pero Izabel recordó algo importante de lo que parecía que Ure y Dare no se habían percatado y les mostró el colgante y los anillos que llevaba el caballero.
- No se que interés podría tener un humano en una reliquia de un linaje de demonios, pero parecía estar buscándolas, lo bueno es que nos ahorró buscar las otras piezas. -Izabel sonrió, dejando caer el tópico de lo que bien esta lo que bien acaba.
- Verás, como nos has ayudado tanto te lo deberíamos decir. -Dijo Dare rompiendo su costumbre de dejar la exposición a su hermana.- Estos pendientes y el colgante, no fueron hechos por un demonio, si no por una diosa de la luna, Selene, que se lo dio a Lilime, una Lilim con la que tuvo un largo romance pese a ser una demonio... -Dare no pudo evitar sonreír al contar la historia que su madre les contaba de pequeñas.- Cuando Lilime tuvo una hija con Selene esta nació como demonio pero con ciertos atributos divinos, y su poder estaba atado a la luna. Estas reliquias en esencia son una muestra física del amor que se procesaban nuestras ancestras.
Ure estaba sorprendida de que Dare hablara tanto y de que incluso contara esa historia la cual no le habían revelado ni si quiera a Dreik, solamente habían explicado que su fuerza estaba atada a los ciclos lunares pero nunca le explicaron el porque, pero entendió que luego de que Izabel se juzgara el pellejo por ellas se merecía conocer la historia y el valor de lo que habían recuperado.
Ure y Dare le agradecieron la ayuda e incluso se ofrecieron a compensarle por esta, pero Izabel era demasiado orgullosa para ello, lo que si le sugirió a Ure, es que fuera mas honesta con sus miedos con su maestro, si el único motivo para no contarle su pasado era que tenía miedo de perderlo por su propia obsesión, debía de estar segura de que el supiera ese miedo ya que si no, el no lo tendría en cuenta al tomar sus decisiones y si ella le importaba, iría con cuidado de no dejarse llevar.
Antes de despedirse y de volver a casa Izabel les dijo que si alguna vez volvían a ir por alli que pasaran a visitarla y de ser posible que se trajeran a su maestro, para ver que clase de vampiro de buen corazón las aceptó pese a ser unas desconocidas.
- El mejor tipo. -Respondió Ure con una sonrisa antes de empezar su camino de vuelta hasta su hogar.
- Uno que... No esta mal, supongo.
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